En aquella época no trabajábamos en un lugar concreto,
éramos trashumantes por convencimiento y nos encantaba ir de un país a otro y
hacer cualquier película que nos propusieran y nos apeteciera. Éramos dos seres
libres, sin ataduras, sin hipotecas, un poco hippíes, pero bien pagados y
considerados. Teníamos casa en Madrid y Londres, y en ninguna de ellas
habitábamos casi nunca, lo nuestro era la carretera.
Entonces estábamos en Madrid de vacaciones, visitando
familia y amigos, pero como siempre dispuestos a dejarlo todo por cualquier
tipo de locura que nos ofrecieran. En este caso lo que nos pedían era lo
suficientemente complicado como para encandilar a Colin Arthur (Efectos Especiales)
y a mi misma (ayudante y esposa sumisa) y por consiguiente aceptar el trabajo
que nos haría viajar a Friburgo y a La Selva Negra.
Diane Keaton era la protagonista, y estaba por los
americanos, Klaus Kinski por la parte alemana y otros varios más por no sé que
parte. El titulo: “La chica del tambor” basada en la novela de John Le Carré. El director George Roy
Hill.
Nos explicaron que la secuencia que les preocupaba y por lo
que nos requerían, era un tiroteo en la habitación de un hotel. El plano a rodar
era este: Un asesino dispara al terrorista que está con el torso desnudo
mirándose a un gran espejo, la cámara debe recoger la entrada de los tiros
destrozando la piel, todo en un plano secuencia y con los dos personajes a la
vista del espectador. No hay donde ni como esconder nada, el espejo muestra la
escena completa. Claramente una planificación de locos, pensada para que algún
“loco” resuelva el problema...Y para eso, nadie como los Arthur.
Enseguida nos pusimos de acuerdo en precio, días y lugar de rodaje. Les pedimos que nos mandaran el actor a Madrid para ir trabajando con él en el truco requerido. No era posible, y tuvimos que acordar ir a Paris en las próximas 24 horas para hacer el trabajo allí, con todos los materiales y herramientas que necesitábamos, mas muchos más “por si las moscas”.
Había que hacerle un molde en escayola de medio cuerpo, de
éste sacar un positivo sobre el cual modelar una “sobrepiel” que en el proceso
final pasaríamos a espuma de látex (lo mas parecido a la piel humana), la que a
modo de camiseta llevaría el actor en su momento. Entre su cuerpo y la
“camiseta”, se esconderían unos detonadores que accionados (Dios sabe cómo)
abrirían agujeros en la piel ficticia y saldría sangre y todo eso...
Cargamos el autocaravana (que entonces usábamos con cierta
frecuencia) con todo lo necesario y nos pusimos rumbo a París. Allí, con el
tiempo justo para preparar el trabajo, llegamos al hotel Hilton donde nos
habían reservado una suite.
Hotel
Paris Hilton
Como era habitual, el aspecto de Colin dejaba mucho que
desear, sus pelos largos y alborotados, barba mal cortada, cansancio de
conducir sin interrupción durante horas y horas..., vaqueros estropeados con
escayola y pinturas de todo tipo, total, lo mas parecido a un pordiosero. Según
entramos en el hotel, y en nuestro camino hacia recepción, los “otros” clientes
nos miraban con curiosidad y casi desagrado, y se aplastaban contra la pared
para no ser contaminados por nosotros. En recepción nos identificamos y a pesar
de la mirada recelosa del que nos atendió, no tuvo mas remedio que darnos la
llave de la suite. Conseguimos un carrito con botones incluido y le pedimos que
nos acompañara al auto caravana para recoger nuestras cosas. Nos siguió de mala
gana (seguro de no obtener grandes propinas de aquella estrafalaria pareja) y
cuando empezamos a llenar aquella dorada plataforma con ruedas de materiales
extraños, al pobre se le salían los ojos de las órbitas. Su reluciente carro se
llenó de sacos de escayola, rollos de arpillera, bidones con líquidos extraños,
que despedían olores inidentificables, herramientas de todo tipo...Todo lo
fuimos apilando allí de mala manera. El chico sin rechistar, tomó rumbo hacia
los ascensores seguido de nosotros que acarreábamos el resto de las cosas y según
pasábamos, quedaba un halo de polvo de escayola en la preciosa moqueta del
París Hilton. Yo, mentalmente maldecía el que “mi jefe” no me hubiera dado
tiempo para precintar los sacos y así poder minimizar la suciedad que caía de
ellos, pero Colin siempre se ha fumado un puro con estas cosas y hace lo que le
viene en gana sin mirar atrás. Así, y ante la mirada desaprobadora de todo
aquel que nos encontramos por el camino, llegamos a nuestra habitación. El
botones descargó toda aquella parafernalia y salió (con su precioso uniforme
antes azul marino y ahora blanco tiza) huyendo de nosotros como alma que lleva
el diablo y sin esperar la propina.
Nos dimos una ducha, nos adecentamos un poco, y buscamos un
sitio para cenar. Descubrimos un coqueto restaurante con velitas y esas cosas
lindas por allí cerca, nos gustó y nos quedamos para estar bien alimentados de
cuerpo y espíritu pues el trabajo que teníamos programado, seguro iba a ser
cuando menos estresante.
Sammy Frey
Al día siguiente y a la hora prevista, llegó el actor, francés, pero bastante agradable, Samy Frey creo recordar era su nombre. Sin mucho preámbulo le pusimos en antecedentes de lo que le haríamos, bueno, le contamos solo un poquito aprovechando que él hablaba nada de inglés y nosotros poco de francés...La verdad es que cualquier actor que le hemos hecho este tipo de pu...lo ha pasado mal y se acojonan bastante, por lo que siempre es mejor que no sepan mucho de que va...Una vez hicimos algo parecido a Adolfo Marsillac y estuvo a punto de irse a su casa con toda la cabeza cubierta de yeso, me costó trabajo contenerle...
Extendimos un plástico grande sobre la moqueta de la
habitación, le pedimos que se desnudara la parte superior del cuerpo, y
mientras Colin preparaba en el baño los cubos de escayola, yo envolví su torso
con papel trasparente de cocina, para aislar su piel y por consiguiente el
vello, de una depilación no deseada. Le tumbamos en el suelo de espaldas y
rápidamente empezamos a cubrirle de escayola desde la cintura, hasta el cuello.
Enseguida llegaron las carreras, los trozos de arpillera que iba mojando en el
yeso, volaban de mis manos a las de Colin, que sin ningún miramiento las ponía
en el cuerpo de la victima. El hombre comenzó a tiritar, la escayola estaba muy
fría, pero nosotros, una vez en marcha, no tenemos vuelta atrás, seguimos a lo
nuestro. Le pusimos unas cuantas tiras de madera (previamente cortadas) en
sitios clave de la espalda para sujeción de la pasta, y cuando tuvimos aquel
lado listo, le dimos la vuelta para continuar la operación por la parte
frontal. Para entonces el plástico del suelo se había roto por las carreras (el
tiempo de fragua de la escayola es limitado) y había que seguir... enredándonos
continuamente con el suelo. Cuando terminamos de hacer aquel extraño corsé, la
moqueta, los muebles, la pared entelada...todo, tenía una nueva decoración con
trozos de yeso ya cuajado y endurecido esparcidos aquí y allá...
Unos minutos mas tarde le dijimos al paciente que lo peor
había pasado, ahora solo había que liberarle de la pesada coraza. El sacar a
quien fuere de este tipo de prisión, es algo complicado, suele ocurrir que en
algún sitio se atasca la escayola y se pega un lado con otro... Explicaré: Hay
dos mitades unidas, que al igual que una nuez, se tienen que abrir, para que el
sufridor salga del molde sano y salvo, si esto no ocurre por las buenas, hay
que hacerlo como sea para que la persona no se cueza dentro del molde, pues a
partir de unos minutos, este va cogiendo temperatura y... entonces hay un
momento que te preguntas ¿Cómo saco a éste de aquí vivo, sin cocinar y sin
romper el molde? Siempre tenemos preparados cortafríos, hachas, serruchos y por
supuesto una radial... para horror de aquel hombre, que viendo todas las
herramientas, casi se desmaya... Tuvimos suerte, solo se atascó en algún
pequeño lugar y con el cortafrío y el martillo lo solucionamos. El molde salió
bastante bien y al actor lo rescatamos “vivo”, pero blanco como la pared, no
precisamente por el yeso, y sí por el terror pasado. El francés una vez se vió
libre y entero se adecentó un poco y dando las gracias, salió huyendo del
maldito lugar.
Samy Frey y Colin Arthur (en el
espejo)
La suite incluyendo el baño, era un total y absoluto caos,
intenté arreglar aquello un poco tratando de borrar las huellas del delito.
Quise despegar los pegotes de escayola de la moqueta, era imposible, con lo
cual opté por rasurar los trozos implicados con unas tijeras para disimular el
problema, pero aquello se notaba bastante... Visto lo cual, decidimos llevarnos
las cosas poco a poco, sin pedir ayuda ni carritos para que nadie viera el
desastre hasta que estuviéramos lejos de allí. Así lo hicimos, usando los
ascensores de servicio, escondiéndonos como asesinos, para que no nos vieran
cargando con el cuerpo del “muerto” (los pesados moldes que habíamos
fabricado). Tuvimos que hacer unos cuantos viajes a pesar de que les dejamos
parte de los materiales que habían sobrado “como regalo” y para no tener que
hacer mas subidas y bajadas... No nos atrevimos ni a devolver la llave de la
habitación, y como estaba pagada por adelantado, salimos de aquel magnifico
hotel escapados, sin mirar atrás. Y pusimos rumbo a Friburgo, donde nos
esperaba la segunda parte del programa.
Llegamos a Alemania con las ultimas luces de la tarde del
día siguiente. Friburgo me pareció precioso, todo cubierto de nieve, tan
cuidado, tan limpio, magnifica la parte antigua, las flores en las calles... me
pareció una ciudad de cuento de hadas... He vuelto en varias ocasiones y ya no
me ha parecido la misma ciudad, no la encuentro tan maravillosa y nunca he
recuperado aquel sentimiento de la primera vez, algo ha cambiado, posiblemente
yo, lo cierto es que nunca un lugar te parece el mismo cuando regresas, y sí
tienes preciosos recuerdos, lo mejor es no volver...
El hotel donde nos alojábamos, era coqueto y agradable,
allí estaba todo el equipo de la película (ellos llevaban tiempo rodando).
Teníamos, ingleses, americanos, austriacos, alemanes y una española (yo).
Gentes de varios países reunidos para rodar una película, es lo normal,
recuerdo un rodaje en Portugal, era un día cualquiera y estábamos sentados para
comer catorce personas, pregunté las nacionalidades de cada uno ¡Salieron once
diferentes!
El equipo de “La chica del tambor” nos acogió con simpatía,
muchos técnicos conocidos de otras “batallitas”, y otros que era la primera vez
que veíamos. Diane Keaton, encantadora, Klaus Kinski...antipático, raro y
engreído, el resto del equipo, normal, dentro de lo que en este mundillo se
puede considerar normal.
Al día siguiente, mientras los otros rodaban, nosotros nos
pusimos a buscar un lugar donde instalar nuestro sitio de trabajo. No había
muchas opciones, y una vez descartada una habitación en el hotel por razones
obvias (allí estábamos programados para tres semanas), alguien propuso que
viéramos un cuarto en desuso que estaba en el garaje del hotel, allí podíamos
guarrear lo necesario sin problemas. Dicho y hecho, en poco tiempo estábamos
trabajando en aquel inhóspito lugar. Estoy segura que allí, el grajo volaba
bajo porque hacía un frío del cara... ¡Y no teníamos la preciosa moqueta del
Hilton...!
Colin se puso a modelar en barro sobre la famosa coraza de
escayola una falsa espalda y pecho para nuestro amigo el actor francés. Yo,
preparé mi mini-laboratorio en un rincón, pues la piel ficticia había que
hacerla en espuma de látex, y coloqué las maquinas batidoras, mi medidor de
humedad, el de temperatura, el cronómetro y mi libro de recetas en un tablero
cutre que alguien me agenció. Para hacer este trabajo, lo ideal es un lugar
donde no haya cambios en el ambiente, ya que este látex es muy sensible y es
muy difícil que sin las condiciones requeridas para hacer la mezcla, ésta salga
bien, lo normal es estar varios días controlando la humedad, la temperatura y
cuando ya lo tienes todo mas o menos estabilizado, pues haces una prueba y si
sale como debe de ser, ya tienes la receta que has de utilizar. Nosotros
raramente conseguimos hacer las cosas como es debido, solo pude tener un
laboratorio en condiciones en “La Historia Interminable”... y nunca más...
Resumiendo, aquel cuchitril, en un garaje húmedo y frío, era el lugar peor,
para obtener buenos resultados.
El día que tuve que hacer la mezcla, había conseguido subir
algo la temperatura con los secadores de mano, aún así la humedad era mucho mas
elevada de lo normal y lo lógico es que aquello no hubiera salido bien ni
queriendo, la receta habitual no servía de nada, ajusté tiempos y velocidad de
las batidoras como Dios me dio a entender y a los quince minutos poníamos la
mezcla en los moldes, parece ser que mi hada madrina me protegió y al menos en
apariencia la espuma estaba bien... quedaba cocinarlo en el horno durante unas
ocho horas. No teníamos horno, Colin envolvió los moldes que contenían la mezcla,
con una especie de papel plateado, como de estaño, lo pusimos en el suelo sobre
unas maderas para aislar la humedad, abrimos unos agujeros en el paquete y por
allí colamos dos o tres secadores de mano y otro mas potente, también metimos
un controlador de temperatura y ... ¡Hasta el día siguiente!
Por la mañana, llenos de ansiedad abrimos los moldes. ¡No
me lo podía creer! La piel estaba razonablemente bien y podía servir
perfectamente. Decidimos hacer una segunda para emergencias, ahora la receta anterior
ya me servía de guía, ajusté en unos segundos el tiempo de batido y ... al
horno. Al día siguiente tuvimos otra piel mejor que la anterior. Solo quedaba
hacer el truco final, preparamos las dos pieles artificiales para el rodaje, se
maquillaron del color de la piel de nuestro amigo francés y se lo probamos,
todo estaba mas o menos bajo control.
Probando la sobrepiel y los
detonadores
Fin del pegado de la piel de látex.
Y llegó el día, nosotros empezamos la jornada de mañana tres horas antes que el resto del equipo. Colocar la piel ficticia, disimular los bordes e integrarlos sin que se note la línea difusora con la piel real (en el cuello, en la cintura y los brazos), es algo complicado, los bordes tienen que ser delgados como papel de fumar y se unen con un pegamento especial a la piel del actor. Antes de pegar “la camiseta” hemos colocado unos pequeños detonadores en el cuerpo, fijados con esparadrapo a la piel, estos se accionan en el momento preciso con mando a distancia, también ponemos unos preservativos llenos de sangre en los puntos donde los detonadores explosionan, los cuales abren la piel ficticia en el momento requerido y al tiempo rompen el preservativo. Dicho así, parece fácil, ¡No lo es en absoluto! Pueden ocurrir muchas cosas como: que la piel no se rompa o que se destroce en exceso, que la sangre no salga, o, si es mucha, malo, si es poca, no se ve... o, que no vayan sincronizados los disparos del asesino, con el momento de la ruptura de la piel... etc. Estos posibles fallos, nos ponen muy nerviosos ya que un rodaje de este tipo es costoso en tiempo y si no sale la primera vez, y hay que repetir, esto lleva unas cuatro horas entre la limpieza del actor y poner una nueva piel.
Usamos varias cámaras escondidas, por si fallaba alguna tener
otras opciones, nosotros, estábamos tirados en el suelo para accionar el
mecanismo de rotura en su momento, el resto de las personas indispensables,
también en el suelo por lo del espejo.
Acordamos con el director contar hasta diez, en ese momento
el pistolero, comenzaba a disparar, y nosotros en el mismo momento accionábamos
las explosiones en sincronía con los disparos.
Colocaron luces, cámaras, alguien empezó a contar: Uno,
dos, tres... cerré los ojos, las manos me temblaban... ¡diez! Colín accionó su
mando, yo el mío...
¡Perfect! ¡Bravo! Gritó el director. Fué entonces cuando me
atreví a mirar. Había salido a la primera.
Detalle de los orificios de salida
de los disparos en la piel ficticia.
Como quedó la espalda trucada después de finalizado el rodaje.
Hubo felicitaciones, abrazos, y ¡champagne! para todos.
Después de la celebración, desmaquillar y despegar al actor
nos llevó un tiempo, Samy, deseoso sin duda de perdernos de vista, no se quejó
de nada en el proceso y hasta nos ayudó con los disolventes, cuando terminamos
nos besó agradecido de salir con vida y desapareció.
En unas horas recogimos todas nuestras cosas y enseguida
estábamos pensando en el próximo trabajo de la película que nos llevaría a La
Selva Negra, con otros efectos y más problemas que solventar. Pero eso ...
¡ES OTRA HISTORIA!
-.-.-
Reseña:
La chica del tambor (
The Little Drummer Girl) está basada en una novela de John Le Carré, sobre la
causa de la liberación palestina. Sus protagonistas son: Diane Keaton, Yorgo Voyagis, Klaus Kinski, Sami Frey, David Suchet, Michael Cristofer, Eli Danker, Ben Levine, Anna Massey.
La trama de la historia se centra en el seguimiento de espionaje que realiza el gobierno israelí de un grupo terrorista palestino. Para ello reclutan y preparan a una civil inglesa para que les sirva como cebo y topo en ese grupo y así poder localizar a un agente palestino.
Autora: María Luisa Pino
En este artículo han colaborado: Angel Caldito, José Manuel Seseña y Ricardo Márquez.